miércoles, junio 19, 2019

Autorretrato no autorizado (parte 4) "El sinsentido de la vida" -sin corregir-




Recordando a mi tío Coco.
Hasta mis 8 años viví a pocas cuadras de su casa. Vivía apenas saliendo del nucleo de Barrio marítimo.
Pasé mucjo tiempo en su casa. Era una casita prefabricada, sin agua corriente. El agua la sacabamos con una bomba de mano. Había que dejarla reposar para que baje la arena.
Mi tío Coco siempre se reía de todo. Tenía un auto viejo tirado en su lote. Lo llamabamos LA BATATA.
En algún momento padeció de úlcera estomacal. Típico de los que se comen todos los sapos callados.
No sé de qué trabajaba en ese tiempo. Después fue carnicero en Villa Gesell, y después portero también allá.
Me parece notable como todos los Giménez volvieron de una u otra forma al mar. O al barrio marítimo. O yendo a pescar. O mudandose a Gesell.
Yo pasé al menos dos vacaciones en las casas de mi tío Coco en Gesell. Creo que me mandaron sólo en colectivo. Con 9 años de edad. Recuerdo que cuando fui al edificio donde él era portero, me mandaban a la playa con un hombre gordo de quien no sé nada más. Estaba sólo en un departamento. Nos metíamos muy adentro del mar. El sabía flotar muy bien por lo visto.
Sé que el tío Coco sabía de albañilería. Recuerdo haberlo visto hacet el birrete de hoja de diario. El posta. Lamento no haber aprendido a hacerlo.
El tío Coco era muy alto. Y estoy seguro que ha sido una gran persona, sin maldad visible. Seguro ha tenido sus miserias como todos, pero yo las desconozco. Recuerdo que me tenía infinita paciencia. No así su esposa, que quedó en mi recuerdo como una persona con poca tolerancia, y con dos caras.
Tengo una teoría de que casi todos tuvimos un tío apodado Coco.
Cliché: vivimos tiempos de vacío existencial…
El sentido en la vida está en crisis. La propuesta materialista deja tanta gente afuera... Gente que no está logrando plenitud en otro lado. Somos seres sin sueños. Sin historia (es mí caso). Y una vida sin sentido es absurda. Hace apenas unos días leímos la noticia de la chica de Suiza que se amasijó en un hospital de eutanasia. ¿Entendés? No deseaba su vida. Y en vez de donarla, la tiró a la basura. Muy materialista. Ella no encontró el sentido, y pudiendo haberse entregado a cualquier causa noble, terminó con su vida.
Yo digo que la propia historia es un ancla en el mundo de los vivos. La historia favorece la vocación. Y para dejar historia se debe haber vivido. No es suficiente DURAR. Hay que haber sido alguien. La propia vida debe haber tenido sentido. ¿Entendés?
En una cadena de anomia, de sin sentido, no se deja huella. Y no estoy hablando del nombre en la calle, ni del busto de bronce, o al menos de yeso. No. Las pizzas que hacía el tío Cacho! Que además juntaba válvulas en una valija enterrada bajo una ventana en villa España. Que además se propuso aprender física espacial siendo de madera en matemáticas (según él). Que además inventó un magnetizador que lograba estafar a la compañía eléctrica (pat.pend.)... Y además cazó una iguana (que creo que no cazó).
Y un largo etcétera con ovnis incluidos.
Dejar una huella es resultado de tener un propósito.
Y si te privan de la historia es tan difícil. En un país que borra la historia. Que inventa una historia falsa. Estás al horno.
A mí me tomó mucho trabajo encontrar un propósito. Perdí el rumbo varias veces. En la infancia. En la adolescencia. Y un poquito de vez en cuando. Y en el pantano del sinsentido se corre mucho peligro. Creo que explica lo que padecen las personas de los tiempos que corren... Estan encandilados por el modelo materialista. Y hasta cuándo creen liberarse, en realidad se rebelan. Y la trampa de la rebelión es vivir determinado por la sombra del paradigma rechazado. Y eso es tenerlo presente cada instante. Es ser esclavo, desde afuera. Y esa es una forma diferente de vivir sin otro propósito que NO SER TAL COSA. La profesía gana eficacia y poder.
Yo no sé cuál es el sentido de la vida. No se me mal interprete: yo sé el sentido de MÍ vida. Lo inventé. De pedacitos chiquitos. Lo hice con chatarra. Porque me perdí la chance de construirlo de chiquito. Mi sentido ha sido la vocación de servicio siempre. Lamentablemente los miedos agenos sólo pusieron palos en la rueda. Pero siempre tuve claro que mi propósito era ser útil a los demás. Sin miedo. Yo rezaba salir sorteado en la colimba. Era mi ultima chance. La indiscutible. Puta suerte ,214, número bajo. Ahí perdí el rumbo MAL. Me desperdicié durante 6 años. De pedo no terminé siendo otro adicto, muerto seguramente. Porque el sinsentido y la cocaína son muerte garantizada. No. Nunca tomé cocaína. Ni probé el porro. Nada. De pedo.
Es muy peligroso estar sin rumbo. Como dice el dicho: asegurate de estar trabajando por lograr tus sueños, porque de otro modo, estarás trabajando por los de otro.

domingo, febrero 21, 2016

Usinas saludables!


Tuve una idea, que de tan buena que parece, calculo que debe ser mala...

Qué tal si, se reemplazan usinas que queman combustible fósil, por "fabricas" donde los trabajadores producen la energía pedaleando?

Qué tal si le damos trabajo a tanta gente desocupada, combatimos el sedentarismo, la diabetes, la polución, promovemos la actividad física aeróbica... Todo al mismo tiempo?

Pueden tener el aspecto de gimnasios, puede ser un lugar de salud, de encuentro, puede ser de trabajo freelance, donde cada quien puede tomar un puesto durante el tiempo que le parezca, y se le acredite su producción a una cuenta, de donde se debite su seguridad social (jubilación y cobertura médica).

Es un borrador. Piensenlo.

viernes, agosto 22, 2014

Enviado y leido en el programa "Tiempos violentos" R&P año 98


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Filosofía pernoctambula.
(presenta todos los horrores ortográficos del Juan Pablo mod 98)

Me canso de tener que leer lo que algunos suponen debo sentir como lo correcto. Yo solo puedo dar cuenta de lo que yo siento correcto para mi (es decir: lo que para mi es válido, lo considero valido solo aplicable a mi persona.). Algunos dicen que no es correcto que yo encuentre un sentido a mi vida; que no lo tiene: pues me río de ellos (de él!).
En definitiva, lo terrible del tema, es el hecho indiscutible (para mi, obvio) de que en filosofía, todo lo que a cualquiera se le antoje afirmar, tiene valor universal. Entonces, echando mano de semejante recurso, y poniendo entre paréntesis mi categórico, me largo con mi filosofía del ser y la existencia:
La muerte sí torna absurdo el nacer, pero solo dentro de las categorias humanas de la existencia, y me refiero asi a las formas de pensar que ya son del sentido comun (la catastrofica causa-efecto que desautoriza la forma en la que realmente se da la vida como yo la tengo considerada: casual, tragica, inesperada, desordenada, en fin...). Es una desgracia el paradigmatico sentido común que heredamos forjado ya, con origen quien sabe donde en el mundo y el tiempo. Este es el modo de pensar que nos obliga a reducir lo hermoso de la ingenuidad con la cual se manifiesta el mundo, a una relasion de necesidad (o bien causalista, o finalista, y fuera de eso, ahí te quiero ver!), que al fin ya ha demostrado su inaplicabilidad bajo el sol (o algun techo).
“Nosotros La Humanidad”... que estupidos... Es casi pedanteria la forma en la que nos escindimos del orden del universo. De un lado, la naturaleza, y de la otra vereda, “El Hombre”. Nosotros los poseedores de la conciencia, lo demas, esta para someterlo a ella. ¡Que lastima que nuestra conciencia nos halla enfrentado al reino de la naturalesa (Que es la unica madre y soberana, a la que queramos o no, estamos sometidos)!
Es la maldita nesecidad de especializacion la que se nos enfrenta como el arbol que oculta el bosque (del universo) ,la unica unidad valida, de la cual no somos mas que un elemento. Es esta busqueda inutil de alguna explicacion mas, alguna finalidad, que no es otra que la vida misma: la vida (que al caso es sinonimo de existencia, mundo, ser,etc.), por la vida misma y punto.
La respusta a “De donde venimos” seria claramente: de mamá y papá; “Para que estamos”: para vivir (sobrevivir en donde nos toque); “A donde vamos”: a donde lleguemos (el ultimo lugar a donde estes con vida).
Entonces: ser, existir, estar, durar, vivir, son distintos modos de mencionar el hecho de caer en el mundo, regalados a la humanidad, a su necesidad de perpetuarse en el tiempo como participante prescindible de la unidad universal. Unidad que tiene por partes todos y cada uno de los objetos inanimados, especies animales y vegetales, planetas, y todo lo que se te ocurra mencionar Juan! Y el secreto es tratar de vivir como podamos, haciendonos preguntas, buscando problemas que resolver, equibocandonos desde lo racional: da lo mismo. La razon como la entendemos no se diferencia en lo mas minimo a la forma de manifestarse de una piedra, un conejo, un cometa.
El hombre es natural y lo suficientemente animal como para que sea obvio que en realidad la razon nos engaña con el causlismo que ve en el universo todo, con el fin de hacernos sentir superiores a un hormiguero, con el que al fin y al cabo no hallo contraste alguno al mirarnos.
La explicacion de la vida humana esta ahí, flotando en la superficie de la resultante del comportamiento de la humanidad misma. Asi vemos que la tala de árboles es natural, las guerras son naturales, los microchips son naturales, las clonaciones y las cirujias plasticas, los veleros, los viajes al espacio, la extincion de las especies, son todos manifestaciones de la vida (eso no significa que no debamos arreglar nuestras cagadas!) y son tan naturales como el nacimiento de una nueva estrella, o un amanecer.
La vida es absurda como la razon nos lo indica, pero a la vida, la razon le chupa un huevo.
Ya lo dicen los redondos: La vida es tan simple como que solo cuesta vida.
A vivir que vale la pena!!!
Baldomero de los Lagos (Juan Pablo Paris: 24, burgues, ingenuo, estudiante de Psicologia en la Kennedy, Berazateguence.)

martes, agosto 07, 2012

humor

Maldito estado chupasangre...


viernes, octubre 21, 2011

Autorretrato no autorizado (parte tres): reconstruyendome...


Tenía tres meses de edad al dejar la tierra firme. Desde ese día, mi sentencia estaba dictada. Fueron treinta años de ser un alienígena en la tierra. Sólo por esporádicas escapadas de fin de semana y vacaciones pude estirar tanto la espera.

Soy Juan Pablo y tengo 37 años. Nací en Quilmes, y mi primer lugar de residencia en tierra fue ni más ni menos que BARRIO MARÍTIMO, un rincón polvoriento de la ciudad de Berazategui, conurbano sur de Buenos Aires. Gracias a mi padre, siempre abandoné la orilla rumbo al mar; ya sea en el Islas Noel, un barquito de 15 metros con su propia historia, ya sea en el Fabian, un bote pesadísimo de fibra, shape bien navegador, similar a los amarillos del puerto, con el que poníamos eternas proas al sol, 4 horas de ida, unos 15 km, con un motor obsoleto de 3 hp, y ahí me acostumbré a ver desaparecer el ultimo palito del horizonte (así se ven los árboles y torres de la costa) y a quedar en el exacto centro de la línea ininterrumpida que unía el cielo y el mar a nuestro alrededor. Días glass, con oleajes moderados, y varias veces sorprendidos por tormentas, ya que, antes del 2000 no había windguru para nosotros. Hubo una en particular en la que, luego me di cuenta, pudiéramos haber muerto. Ver llegar una tormenta eléctrica, de noche, en una cascara de nuez de 4 m de eslora, en medio del océano, sin radio, sin nadie que te pueda venir a buscar en un helicóptero como en la tele, con solo una lona para taparte, y ver los rayos que parecen caer a centímetros, y el viento que aumenta, bueh… Pero Don Juan padre era inmutable. Nunca sabré si disimulaba, pero si él no mostraba ansiedad, yo no veía ni un problema.

Un día ya tuve que navegar solo. Por esas cosas de la vida, nunca tuve una tripulación confiable, estable. Es mala idea hacerlo, pero en general, siempre navegué solo.

En mi estancia en tierra, terminé estudiando y recibiéndome de psicólogo. Recuerdo mirar el horizonte, a mi derecha, de ida a la facu, al cruzar sobre El Riachuelo, todos los días. Me fue bien muy pronto, pero un día descubrí que ganaba bastante dinero, y lo gastaba para irme a la orilla del mar, al club donde estaba mi lancha, en San Clemente, o a Chapadmalal. Aún recuerdo mi inocente pregunta cuando volvíamos a Berazategui, allá por los 70’s después de alguna escapada al mar: ¿Por qué tenemos que volver?... Esa pregunta me acompañó treinta años… Claro, antes de irme de Berazategui definitivamente, trabajaba dos días para pasar cinco en el mar.

Ahí entra el surf en mi vida. Junto con una explosiva consciencia llámese “ecologista”, que descubrió el crimen del turismo, el desperdicio de combustible, la contaminación de la navegación recreativa, y ni hablar de la pesca, surge entonces la necesidad de resolver mi indiscutible adicción a abandonar la orilla. Probé un día el surf en una escuelita de la zona. Una sola incursión fue suficiente. Me compre una tabla vieja, un 7.0. Me tomó un año entero pararme. Nunca me importó. No me importa. Porque lo que me sirve del surf es estar ahí. Todo el tiempo que se pueda. Mis amigos me dicen que para progresar en mi surfing es importante mirar adelante; preguntan por qué miro hacia la ola, hacia atrás, cuando voy cortando la ola… En la orilla, no hay nada que quiera mirar…

Hoy ya hace cinco años que vivo acá, y unos siete desde que me relacioné con el surf. El año pasado me recibí de Guardavidas. Todos los días voy a la orilla, varias veces por día. Si hay olas, es fácil distinguirme, supongo. Si hay un croud, aunque sea de tres o cuatro personas, en el mejor pico de mi playa, yo soy el que está solo, en otro pico.

No soy surfista. No soy tampoco psicólogo. Ni soy guardavidas. Soy una persona. Y prefiero vivir en el mar. Si todo sigue su curso, un día voy a dar el paso que me falta, y espero pisar tierra sólo esporádicamente: siempre me mareo cuando piso tierra…



domingo, septiembre 11, 2011

viernes, agosto 19, 2011

La imagen del silencio...


Mi silencio es la sombra de mis palabras.
A la luz de una angustia, la oscuridad
del nudo en la garganta.
Se me ocultan recuerdos de luto:
decir, callar, evocar. La verdad
permanece tras el túnel de la mirada.
Sumido en muda queja los años pasan
y descubro la imagen de mi monstruo:
ser paciente y hablar nada.

La depresión puede sonreírte en la cara.