martes, julio 12, 2011

Autoretrato no autorizado (parte dos) "Sincericidio en busca del sueño del justo".

Autoretrato no autorizado (parte dos) "Sincericidio en busca del sueño del justo".

de Juan Pablo París, el miércoles, 06 de julio de 2011 a las 8:49

Mis silencios son la sombra de mis palabras...

Ufff!... Por dónde empezar? La primera vez que me dijeron "Vos tendrías que iniciar una terapia" y me llegó el mensaje, fue durante una entrevista de mi orientación vocacional, allá por el noventaypico. Qué ocasionó semejante comentario? Una técnica de exploración psicológica que consiste en pedirle a la persona que escriba su autobiografía en una hoja; sólo una. Al final de mi autobiografía decía: "y un par de recuerdos secretos" (de los que por supuesto, no había nunca hablado con nadie)... Silencios-palabras. Las palabras estaban, estuvieron, están y supongo que van a estar hasta que me muera o más... Y allá vamos! SIEMPRE ME ESTOY MURIENDO DE ALGO TERRIBLE. Quiero decir, mi vida transcurre mientras paso del ébola, por la triquinosis, un paseo por tumores diversos, malignos obviamente y probablemente inoperables, hasta, digamos, una intoxicación con salmonella. La idea de la muerte me acompaña desde que tengo memoria: algunos de mis recuerdos más antiguos son de una especie de, en ese entonces, CUCOS, que eran sombras que venían por mí, a la hora de dormir. La Parca me visita desde pequeño. He sufrido procesos terminales tantas veces que casi no hay substancia en mí. Si no me he suicidado (nunca lo haría), es porque sistemáticamente me sobrepongo a mi eterno temor a la muerte frente a mis ojos. Y me propongo vivir hasta, al menos, los 120 años... Pero en la caverna de mi vida interior, no hace falta que me gatille nada, ya que en el horizonte, EL CUCO está... Y soy un psicoterapeuta, que se analizó durante más de una década, con dos amorosos psicoanalistas geniales. Me sobran conocimientos del origen de mis ideas, en teoría. Hijo no buscado? La sombra del objeto? Melancholia? Culpas propias, deudas prehistóricas, narcisismo tanático, profecías que se pudieran auto cumplir (esa me da miedito), creencia disfuncional, etc...

Durante mis estudios de grado (Les da alcurnia, pero se suele usar si uno los tiene de post-grado. No es mi caso) elaboré una especie de prototeoría sobre las ideas obsesivas: el neurótico obsesivo vio la muerte a los ojos de muy pequeño, comprendió la idea... ÉL MORIRÁ UN DÍA... Y su estúpido intelecto superior al promedio le permite imaginar cómo será...

El ser humano, a diferencia del árbol, tiene conciencia de su finitud.

"Ser-para-la-muerte", según mi homónimo filósofo humanista-existencialista (chiste muy fino), y las neurosis serán según uno se las arregle con la idea de la muerte.

¿De dónde obtengo la mortandad, la mortaja, el cuco, yo?

Allá por el ochentaypico, un puto día, con mi viejo, fuimos a buscar un muerto. Va paréntesis (un "muerto", en náutica, es una gran roca cóncava que sirve para "fondeo", algo más fijo que "anclaje", y con más glamour que "amarre"). Éste susodicho muerto estaba en el Club Náutico de La Plata, fondeado. Herrrrmosa anécdota que incluyó el operativo de rescate, con un barco y un camión, que no viene al caso... Sale el muerto. Una roca de tonelada y media de concreto. Los muertos tienen fecha y nombre, cosa de los usos y costumbres marineras. El muerto, mi nombre. Mi fecha de nacimiento menos uno. Es decir, mi viejo enjuaga la piedra y devela su homenaje estúpido. Allí gravados, mi nombre, mi fecha de nacimiento exacta menos un año: 13-12-1972... ES UNA HISTORIA REAL.

Por una lista de motivos, nunca fui amigo de mi viejo. Juego con la idea de llevar el karma en mi apellido: "París" (solo producís con esfuerzo y dolor).

Mi viejo rara vez estuvo presente. Era un vago. Un gran mecánico. Pero le gustaba demasiado la joda. Y convivía con nosotros (conmigo y mi vieja) por épocas. Es-la-verdad. Y yo, con 6, con 7, con 12, SIEMPRE, le decía a la estúpida (permítaseme el recurso) de mi vieja (así lo veía en ese entonces): ¿Por qué no te divorciás? Claro que era una idea sumamente edípica. Pero a la distancia, era una idea sumamente sensata. Los carajos de mi vieja, son problema de ella. Esto no quiere ser más que MI propio autorretrato. Alcanza con decir que siempre tendió a quedarse con cosas inútiles. Y crecí dándole sugerencias sensatas que ella sistemáticamente omitió. Y gracias a AÑOS DE ANÁLISIS, logré salir del fondo... Del fondo de la casa de mi madre.

Vuelvo unos años atrás, párrafos atrás.

Teóricamente, no alcanza ni con prehistoria (el muerto prehistórico también existe en mi historia), ni con trauma. Factor desencadenante: Mis silencios, sombra de mis palabras. Un día, dejé de hablarle a mi viejo. Tendría yo, 18 años. Al tiempo, y sin caer en clarísimos recuerdos del momento preciso, mi viejo, que al contrario de mí, se creía inmortal, tiene su primer infarto mientras levanta con sus meros brazos, el muy bruto, un motor de rastrojero.

"El Loco París", el eterno suicida. Siempre decía "después de los 60, son todos de regalo". Planeaba vivir sólo hasta los 60. Mucha joda. Mucho cigarrillo, suicidio en paquetito. Mucha mala comida, grasa, mucha sal, mucho café, escabio. Un suicida. Tuvo otro infarto y se hundió en la depresión. Su madre había muerto hacía poco, su hermano se tomó todas las pastillas antidepresivas, su cuñada, un efecto colateral… Todos parientes míos, me cuesta decirlo. Al pasar, alojo la idea de ser un hijo colateral, mientras él aún estaba con su mujer, madre de mis dos hermanas. Nunca alojé cómodamente mi apellido. De chico quería cambiarlo por Giménez. Mis primos se acordarán.

Su depresión lo dejó desocupado, molestándome en mi casa. Yo era un TARADO que vagueaba. Me quejaba, salía de lunes a lunes. Nunca probé ninguna droga ilegal. No entiendo cómo zafé de las adicciones. Mi fondo melancólico data de mi infancia, y en mi adolescencia estaba en la cresta de la ola de caca. Me he puesto el arma en la cabeza varias veces por esa época. Siempre hubo armas a mano en casa. No entiendo cómo no maté a nadie. No entiendo cómo sobreviví hasta hoy! De pequeño, pequeña neurosis, me negaba a comer, pero me llevaba comida bajo la cama. Trastorno alimenticio precoz que a los nueve se transformó en obesidad mórbida (usaba mi talle actual de pantalón), de la que salí corriendo y pedaleando a los 13. Melancolía familiar. Zafé SOLO. Pero eran los noventa. Mediados. Y mi viejo era un fantasma en la casa. Tenía un pequeño taller en el fondo de casa. Yo había escrito por esa época:

"La tarde era otra mas, y por supuesto era, otra vez, el comienzo de un ¿nuevo? día. La tarde era otra más lo confirmó al abrir un ojo y mirar por la ventana que permanecía abierta desde el año pasado (¿o era desde el antepasado?), cuándo se rompió la correa de la persiana, y claro: se rompió. Ahora no sirve mas... Otro día gris. ¿Es que acaso seguirían grises por siempre? Es innegable la sensación de fin del mundo que uno sufre cuando los días tormentosos vienen uno atrás del otro. La tarde era otra mas, entonces, de pensar todo lo que hay para hacer, cosa de estar seguro de cada una de las cosas que hoy volverán a esperar, a cambio de mirar la tele-anestesia o de pensar en todo lo que va quedando sin resolver cuando me estoy yendo con los muchachos o a lo de los muchachos. Primero lo primero: a ver...¿con que soñé?. La lista por lo general estaba formada por pequeños residuos fragmentarios de varios sueños sueltos: uno por cada vez que me desperté hoy, y decidí que en el limbo se vive mejor; que es más interesante la aventura onírica que la cara monotonía de la vigilia...¡Qué irónico! Por más que monótono, igual es caro el día. Igual, hoy solo consistían en algunas puntitas, y el último sueño, recién salidito. Si el tema era interesante y los residuos, suficientes: veamos que pueden tener que ver, o bien con lo que hice ayer, o mejor, con deseos reprimidos. Entonces levantarme despacito, quejándome, para mentirme un poco, diciéndome que otra vez se me fue el día. Ahora, al baño, mirada en espejo, mojada de cara enjuague de boca, si hay mucho, meada, y camino a la cocina a tomar el mismo té de siempre: el té eterno. La tarde era definitivamente otra más; el hecho de haber soñado con caballos no cambiaba nada (menos el soñar quedarme pelado). Ah, la silla; esa silla, la de ayer. Y el control remoto. El de la tele... ¿Qué haría si me ganara el Loto? Veinticuatro millones de pesos… "

Todos los días eran iguales. Nada tenía esperanza. Yo había comenzado a estudiar (puaj!) RELACIONES PUBLICAS.

Ese día, me levanté tarde, claro. Preparé comida. Mi viejo estaba en el taller, con una camioneta. Una Veraneio 90 bordó. Lo llamé a comer... Nada… Sé que pensé en su depresión, claro que sin saber que era una depresión, ni qué era una depresión. Lo fui a buscar… Lo encontré sentado, recostado contra el banco de trabajo, con un trapo y una llave en la mano creo. Sé que me pareció raro. Me le acerqué por detrás y le toqué el hombro. Sé que pensé "mirá en que posición se durmió este"… La camioneta estaba en marcha. Era invierno. Todas las ventanas estaban cerradas. Él estaba violeta. Ahora sé que eso es CIANOSIS. Claro: yo no era psicólogo. No sabía los riesgos. Claro: yo no era guardavidas. No sabía de asfixias. Ahora sé. Y ahora estoy casi llorando. Y no voy a seguir hoy. Por ahí mañana…

Me importa una mierda lo que piensen (no lo tomen a mal). Los que me quieren. Los que no: Necesitaba escribir esto, y que el puto mundo lo sepa…

ASI SE CONSTRUYE UNA VOCACIÓN Y UNA TARA MENTAL.

JUAN PABLO PARÍS. (quisiera vivir hasta los 120 y ayudar al prójimo)

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