viernes, octubre 21, 2011

Autorretrato no autorizado (parte tres): reconstruyendome...


Tenía tres meses de edad al dejar la tierra firme. Desde ese día, mi sentencia estaba dictada. Fueron treinta años de ser un alienígena en la tierra. Sólo por esporádicas escapadas de fin de semana y vacaciones pude estirar tanto la espera.

Soy Juan Pablo y tengo 37 años. Nací en Quilmes, y mi primer lugar de residencia en tierra fue ni más ni menos que BARRIO MARÍTIMO, un rincón polvoriento de la ciudad de Berazategui, conurbano sur de Buenos Aires. Gracias a mi padre, siempre abandoné la orilla rumbo al mar; ya sea en el Islas Noel, un barquito de 15 metros con su propia historia, ya sea en el Fabian, un bote pesadísimo de fibra, shape bien navegador, similar a los amarillos del puerto, con el que poníamos eternas proas al sol, 4 horas de ida, unos 15 km, con un motor obsoleto de 3 hp, y ahí me acostumbré a ver desaparecer el ultimo palito del horizonte (así se ven los árboles y torres de la costa) y a quedar en el exacto centro de la línea ininterrumpida que unía el cielo y el mar a nuestro alrededor. Días glass, con oleajes moderados, y varias veces sorprendidos por tormentas, ya que, antes del 2000 no había windguru para nosotros. Hubo una en particular en la que, luego me di cuenta, pudiéramos haber muerto. Ver llegar una tormenta eléctrica, de noche, en una cascara de nuez de 4 m de eslora, en medio del océano, sin radio, sin nadie que te pueda venir a buscar en un helicóptero como en la tele, con solo una lona para taparte, y ver los rayos que parecen caer a centímetros, y el viento que aumenta, bueh… Pero Don Juan padre era inmutable. Nunca sabré si disimulaba, pero si él no mostraba ansiedad, yo no veía ni un problema.

Un día ya tuve que navegar solo. Por esas cosas de la vida, nunca tuve una tripulación confiable, estable. Es mala idea hacerlo, pero en general, siempre navegué solo.

En mi estancia en tierra, terminé estudiando y recibiéndome de psicólogo. Recuerdo mirar el horizonte, a mi derecha, de ida a la facu, al cruzar sobre El Riachuelo, todos los días. Me fue bien muy pronto, pero un día descubrí que ganaba bastante dinero, y lo gastaba para irme a la orilla del mar, al club donde estaba mi lancha, en San Clemente, o a Chapadmalal. Aún recuerdo mi inocente pregunta cuando volvíamos a Berazategui, allá por los 70’s después de alguna escapada al mar: ¿Por qué tenemos que volver?... Esa pregunta me acompañó treinta años… Claro, antes de irme de Berazategui definitivamente, trabajaba dos días para pasar cinco en el mar.

Ahí entra el surf en mi vida. Junto con una explosiva consciencia llámese “ecologista”, que descubrió el crimen del turismo, el desperdicio de combustible, la contaminación de la navegación recreativa, y ni hablar de la pesca, surge entonces la necesidad de resolver mi indiscutible adicción a abandonar la orilla. Probé un día el surf en una escuelita de la zona. Una sola incursión fue suficiente. Me compre una tabla vieja, un 7.0. Me tomó un año entero pararme. Nunca me importó. No me importa. Porque lo que me sirve del surf es estar ahí. Todo el tiempo que se pueda. Mis amigos me dicen que para progresar en mi surfing es importante mirar adelante; preguntan por qué miro hacia la ola, hacia atrás, cuando voy cortando la ola… En la orilla, no hay nada que quiera mirar…

Hoy ya hace cinco años que vivo acá, y unos siete desde que me relacioné con el surf. El año pasado me recibí de Guardavidas. Todos los días voy a la orilla, varias veces por día. Si hay olas, es fácil distinguirme, supongo. Si hay un croud, aunque sea de tres o cuatro personas, en el mejor pico de mi playa, yo soy el que está solo, en otro pico.

No soy surfista. No soy tampoco psicólogo. Ni soy guardavidas. Soy una persona. Y prefiero vivir en el mar. Si todo sigue su curso, un día voy a dar el paso que me falta, y espero pisar tierra sólo esporádicamente: siempre me mareo cuando piso tierra…



domingo, septiembre 11, 2011

viernes, agosto 19, 2011

La imagen del silencio...


Mi silencio es la sombra de mis palabras.
A la luz de una angustia, la oscuridad
del nudo en la garganta.
Se me ocultan recuerdos de luto:
decir, callar, evocar. La verdad
permanece tras el túnel de la mirada.
Sumido en muda queja los años pasan
y descubro la imagen de mi monstruo:
ser paciente y hablar nada.

La depresión puede sonreírte en la cara.

martes, julio 12, 2011

Autoretrato no autorizado (parte dos) "Sincericidio en busca del sueño del justo".

Autoretrato no autorizado (parte dos) "Sincericidio en busca del sueño del justo".

de Juan Pablo París, el miércoles, 06 de julio de 2011 a las 8:49

Mis silencios son la sombra de mis palabras...

Ufff!... Por dónde empezar? La primera vez que me dijeron "Vos tendrías que iniciar una terapia" y me llegó el mensaje, fue durante una entrevista de mi orientación vocacional, allá por el noventaypico. Qué ocasionó semejante comentario? Una técnica de exploración psicológica que consiste en pedirle a la persona que escriba su autobiografía en una hoja; sólo una. Al final de mi autobiografía decía: "y un par de recuerdos secretos" (de los que por supuesto, no había nunca hablado con nadie)... Silencios-palabras. Las palabras estaban, estuvieron, están y supongo que van a estar hasta que me muera o más... Y allá vamos! SIEMPRE ME ESTOY MURIENDO DE ALGO TERRIBLE. Quiero decir, mi vida transcurre mientras paso del ébola, por la triquinosis, un paseo por tumores diversos, malignos obviamente y probablemente inoperables, hasta, digamos, una intoxicación con salmonella. La idea de la muerte me acompaña desde que tengo memoria: algunos de mis recuerdos más antiguos son de una especie de, en ese entonces, CUCOS, que eran sombras que venían por mí, a la hora de dormir. La Parca me visita desde pequeño. He sufrido procesos terminales tantas veces que casi no hay substancia en mí. Si no me he suicidado (nunca lo haría), es porque sistemáticamente me sobrepongo a mi eterno temor a la muerte frente a mis ojos. Y me propongo vivir hasta, al menos, los 120 años... Pero en la caverna de mi vida interior, no hace falta que me gatille nada, ya que en el horizonte, EL CUCO está... Y soy un psicoterapeuta, que se analizó durante más de una década, con dos amorosos psicoanalistas geniales. Me sobran conocimientos del origen de mis ideas, en teoría. Hijo no buscado? La sombra del objeto? Melancholia? Culpas propias, deudas prehistóricas, narcisismo tanático, profecías que se pudieran auto cumplir (esa me da miedito), creencia disfuncional, etc...

Durante mis estudios de grado (Les da alcurnia, pero se suele usar si uno los tiene de post-grado. No es mi caso) elaboré una especie de prototeoría sobre las ideas obsesivas: el neurótico obsesivo vio la muerte a los ojos de muy pequeño, comprendió la idea... ÉL MORIRÁ UN DÍA... Y su estúpido intelecto superior al promedio le permite imaginar cómo será...

El ser humano, a diferencia del árbol, tiene conciencia de su finitud.

"Ser-para-la-muerte", según mi homónimo filósofo humanista-existencialista (chiste muy fino), y las neurosis serán según uno se las arregle con la idea de la muerte.

¿De dónde obtengo la mortandad, la mortaja, el cuco, yo?

Allá por el ochentaypico, un puto día, con mi viejo, fuimos a buscar un muerto. Va paréntesis (un "muerto", en náutica, es una gran roca cóncava que sirve para "fondeo", algo más fijo que "anclaje", y con más glamour que "amarre"). Éste susodicho muerto estaba en el Club Náutico de La Plata, fondeado. Herrrrmosa anécdota que incluyó el operativo de rescate, con un barco y un camión, que no viene al caso... Sale el muerto. Una roca de tonelada y media de concreto. Los muertos tienen fecha y nombre, cosa de los usos y costumbres marineras. El muerto, mi nombre. Mi fecha de nacimiento menos uno. Es decir, mi viejo enjuaga la piedra y devela su homenaje estúpido. Allí gravados, mi nombre, mi fecha de nacimiento exacta menos un año: 13-12-1972... ES UNA HISTORIA REAL.

Por una lista de motivos, nunca fui amigo de mi viejo. Juego con la idea de llevar el karma en mi apellido: "París" (solo producís con esfuerzo y dolor).

Mi viejo rara vez estuvo presente. Era un vago. Un gran mecánico. Pero le gustaba demasiado la joda. Y convivía con nosotros (conmigo y mi vieja) por épocas. Es-la-verdad. Y yo, con 6, con 7, con 12, SIEMPRE, le decía a la estúpida (permítaseme el recurso) de mi vieja (así lo veía en ese entonces): ¿Por qué no te divorciás? Claro que era una idea sumamente edípica. Pero a la distancia, era una idea sumamente sensata. Los carajos de mi vieja, son problema de ella. Esto no quiere ser más que MI propio autorretrato. Alcanza con decir que siempre tendió a quedarse con cosas inútiles. Y crecí dándole sugerencias sensatas que ella sistemáticamente omitió. Y gracias a AÑOS DE ANÁLISIS, logré salir del fondo... Del fondo de la casa de mi madre.

Vuelvo unos años atrás, párrafos atrás.

Teóricamente, no alcanza ni con prehistoria (el muerto prehistórico también existe en mi historia), ni con trauma. Factor desencadenante: Mis silencios, sombra de mis palabras. Un día, dejé de hablarle a mi viejo. Tendría yo, 18 años. Al tiempo, y sin caer en clarísimos recuerdos del momento preciso, mi viejo, que al contrario de mí, se creía inmortal, tiene su primer infarto mientras levanta con sus meros brazos, el muy bruto, un motor de rastrojero.

"El Loco París", el eterno suicida. Siempre decía "después de los 60, son todos de regalo". Planeaba vivir sólo hasta los 60. Mucha joda. Mucho cigarrillo, suicidio en paquetito. Mucha mala comida, grasa, mucha sal, mucho café, escabio. Un suicida. Tuvo otro infarto y se hundió en la depresión. Su madre había muerto hacía poco, su hermano se tomó todas las pastillas antidepresivas, su cuñada, un efecto colateral… Todos parientes míos, me cuesta decirlo. Al pasar, alojo la idea de ser un hijo colateral, mientras él aún estaba con su mujer, madre de mis dos hermanas. Nunca alojé cómodamente mi apellido. De chico quería cambiarlo por Giménez. Mis primos se acordarán.

Su depresión lo dejó desocupado, molestándome en mi casa. Yo era un TARADO que vagueaba. Me quejaba, salía de lunes a lunes. Nunca probé ninguna droga ilegal. No entiendo cómo zafé de las adicciones. Mi fondo melancólico data de mi infancia, y en mi adolescencia estaba en la cresta de la ola de caca. Me he puesto el arma en la cabeza varias veces por esa época. Siempre hubo armas a mano en casa. No entiendo cómo no maté a nadie. No entiendo cómo sobreviví hasta hoy! De pequeño, pequeña neurosis, me negaba a comer, pero me llevaba comida bajo la cama. Trastorno alimenticio precoz que a los nueve se transformó en obesidad mórbida (usaba mi talle actual de pantalón), de la que salí corriendo y pedaleando a los 13. Melancolía familiar. Zafé SOLO. Pero eran los noventa. Mediados. Y mi viejo era un fantasma en la casa. Tenía un pequeño taller en el fondo de casa. Yo había escrito por esa época:

"La tarde era otra mas, y por supuesto era, otra vez, el comienzo de un ¿nuevo? día. La tarde era otra más lo confirmó al abrir un ojo y mirar por la ventana que permanecía abierta desde el año pasado (¿o era desde el antepasado?), cuándo se rompió la correa de la persiana, y claro: se rompió. Ahora no sirve mas... Otro día gris. ¿Es que acaso seguirían grises por siempre? Es innegable la sensación de fin del mundo que uno sufre cuando los días tormentosos vienen uno atrás del otro. La tarde era otra mas, entonces, de pensar todo lo que hay para hacer, cosa de estar seguro de cada una de las cosas que hoy volverán a esperar, a cambio de mirar la tele-anestesia o de pensar en todo lo que va quedando sin resolver cuando me estoy yendo con los muchachos o a lo de los muchachos. Primero lo primero: a ver...¿con que soñé?. La lista por lo general estaba formada por pequeños residuos fragmentarios de varios sueños sueltos: uno por cada vez que me desperté hoy, y decidí que en el limbo se vive mejor; que es más interesante la aventura onírica que la cara monotonía de la vigilia...¡Qué irónico! Por más que monótono, igual es caro el día. Igual, hoy solo consistían en algunas puntitas, y el último sueño, recién salidito. Si el tema era interesante y los residuos, suficientes: veamos que pueden tener que ver, o bien con lo que hice ayer, o mejor, con deseos reprimidos. Entonces levantarme despacito, quejándome, para mentirme un poco, diciéndome que otra vez se me fue el día. Ahora, al baño, mirada en espejo, mojada de cara enjuague de boca, si hay mucho, meada, y camino a la cocina a tomar el mismo té de siempre: el té eterno. La tarde era definitivamente otra más; el hecho de haber soñado con caballos no cambiaba nada (menos el soñar quedarme pelado). Ah, la silla; esa silla, la de ayer. Y el control remoto. El de la tele... ¿Qué haría si me ganara el Loto? Veinticuatro millones de pesos… "

Todos los días eran iguales. Nada tenía esperanza. Yo había comenzado a estudiar (puaj!) RELACIONES PUBLICAS.

Ese día, me levanté tarde, claro. Preparé comida. Mi viejo estaba en el taller, con una camioneta. Una Veraneio 90 bordó. Lo llamé a comer... Nada… Sé que pensé en su depresión, claro que sin saber que era una depresión, ni qué era una depresión. Lo fui a buscar… Lo encontré sentado, recostado contra el banco de trabajo, con un trapo y una llave en la mano creo. Sé que me pareció raro. Me le acerqué por detrás y le toqué el hombro. Sé que pensé "mirá en que posición se durmió este"… La camioneta estaba en marcha. Era invierno. Todas las ventanas estaban cerradas. Él estaba violeta. Ahora sé que eso es CIANOSIS. Claro: yo no era psicólogo. No sabía los riesgos. Claro: yo no era guardavidas. No sabía de asfixias. Ahora sé. Y ahora estoy casi llorando. Y no voy a seguir hoy. Por ahí mañana…

Me importa una mierda lo que piensen (no lo tomen a mal). Los que me quieren. Los que no: Necesitaba escribir esto, y que el puto mundo lo sepa…

ASI SE CONSTRUYE UNA VOCACIÓN Y UNA TARA MENTAL.

JUAN PABLO PARÍS. (quisiera vivir hasta los 120 y ayudar al prójimo)

Menos

miércoles, mayo 25, 2011

El hombre sin sueños:



El hombre sin sueños:



Escuchaba hace unos días, una entrevista a uno de tantos escritores que andan sueltos por el mundo. Y discurría el susodicho, sobre qué es primero, si el título o la idea. Hace ya años que convivo con la noción de una mente que me piensa a mi. Idea inoculada en parte por mis breves estudios en psicoanálisis, y en otra parte por las palabras de un colega genio, hasta entonces no descubierto aún, y hoy día, quién sabe, a saber: “Eso que vos no querés pensar, te piensa a vos, sin que puedas hacer nada para controlarlo”. Muy verosímil. Y entonces, continuando la pregunta de aquel escritor, pareciera ser todo al mismo tiempo, y mezclado. Acompañando el adagio, y ojala se me permita el paralelismo, de que cuando el alumno esté listo, el maestro aparecerá, pareciera suceder que una mole de sinapsis cocinan la obra desordenada-mente, siendo la aparición del título correcto, una quimera más de las que conservan el misterio de la mente humana.

El título ya está ahí arriba, y aseguro que en este caso cada palabra apareció en el orden que se observa. Y aluden esas cuatro palabras a esta madrugada de insomnio, en la que ya a las cuatro menos cuarto, eso que me piensa, me negó la continuidad de mi descanso. Así fue que entendí, creo, el mensaje fantasmagórico, y accedí a levantarme y sentarme a escribir.



Vale: “Los sueños, sueños son”, eso es gratis. La multivocidad, y su contracara, la multideterminocidad (¿?) del lenguaje, hace que una frase sea ese hermoso laberinto que es. ¡A recorrerlo!



Un sueño es “... la figuración en forma de imágenes de un deseo” (eventualmente oculto) “como cumpliéndose... ” (en acto). Es notable que hay gente que afirma no soñar, y que quizás hasta niegue soñar. He conocido unas cuantas personas de semejante calaña, más allá de los que hubieron sido mis pacientes no soñantes. Recuerdo a la distancia la teoría que correlaciona el no soñar con el éxito en la vida... Lo pienso en vivo y en directo y creo que es una de las estupideces más estúpidas. Una vida sin soñar no puede ser exitosa. ¿Qué hace que transcurran una noche entera sin figurar una maldita imagen de un maldito deseo como cumpliéndose? Acaso no desean...



Y los sueños tienen esa costumbre, de habitualmente llegar a olvidarse en el transcurso de los minutos que van pasando desde que nos levantamos de la cama. Hay un momento inmediato al despertar en el que pueden estar tan claros que se nos antojan “reales”. Como episodios de una serie de tv (que también pueden ser olvidados al rato de vistos), o también como sucesos ocurridos en un día cualquiera. Desde ese instante confuso pueden seguir el camino del recuerdo total, parcial, o el del completo olvido. ¿Qué maligna fuerza hace que una persona olvide su sueño? Ya sea que lo olvide por un rato, por un buen tiempo, o para siempre, se me antoja triste la idea de la persona que olvida los sueños. Creo que no es mi caso (lo que pudiera explicar mi fracasada existencia, al menos a la sombra de lo que se supone un hombre exitoso en esta sociedad) ya que puedo recordar sueños de la infancia, deseos de la infancia, avideces insatisfechas en mi infancia, vocaciones infantiles, ilusiones, imaginaciones, dibujos, uffff... Lo mismo recuerdo mis deseos en general, en cada una de las etapas hasta aquí habitadas por mí en este mundo. Y por cierto también tengo presentes cada una de las metas logradas, porque si viviera recordando únicamente lo incumplido, mejor voy a buscar la Smith&Wesson y escribo la carta “Señor Juez... ”. No hemos de perder de vista al sueño, a los sueños. Ni a los oníricos, como tampoco a los otros, los anhelos que rigen nuestras acciones a la distancia, dado que los primeros encriptan un mapa muy útil, si uno perdió el rastro de los segundos. Es por ello que me parece triste pensar en la persona que no recuerda sus sueños, ni los unos, ni los otros, ya que es la “carne de cañón” de la sociedad voraz que supimos construir.



Un sueño es un deseo, poéticamente hablando. Es un anhelo. Un norte, un polo rector, un rumbo, un destino hacia donde, al menos, tender. Un deseo es un punto notable en el horizonte. Es una estrella guía de nuestros pasos en la oscura cotidianeidad de la vida. Sin un sueño, no importa hacia donde vamos. Da igual. Estamos desorientados. Podemos pasar varias veces junto al mismo arbusto, dado que el camino de la vida es lo suficientemente largo, y el mundo tan pequeño, como para que esa desgracia esté casi asegurada. Caminando por la vida sin un sueño, vamos al tanteo en un bosque oscuro como el de Blair Witch... Es importante, tener un sueño. ¿Cómo concebir una vida así? Y sin embargo, el éxito en la vida y los sueños mantienen, al parecer, esta relación paradójica, en la que, en la medida en que una persona no concreta aquello que anhela, puede sentirse poco exitosa, y hasta fracasada. Bonito mejunje, ya que si uno es un deseador compulsivo, el sentimiento de fracaso esta asegurado. Y en el otro extremo, si uno es un ser plano, sin mayores esperanzas que las de permanecer sobre la superficie terrestre, cómodamente puede sentir estar en la cresta de su ola, y que se lo venga a discutir Magoya. El truco se esconde en la manga del “justo medio”.



Y vaya que el uso idiomático “tengo sueño”, “no tengo sueño”, se refiere a la necesidad física de dormir, estado corporal ideal para soñar. Sabido es que soñar, puede soñarse despierto. Soñar despierto es tener ilusiones. Imaginaciones. Dejarse llevar por las ideas. Es la ocasión de interrumpir el transcurrir habitual de la vigilia, en la que el mundo se nos mete en el cuerpo, en la mente (que está en dicho estuche), e invertirse el flujo mental, manando chorros de ideas hacia fuera, ya sea en forma de imágenes, palabras, pinturas y esculturas, demás expresiones artísticas, manualidades en general. Es darle el comando del cuerpo, a eso que amenaza pensarnos si no estamos dispuestos a cooperar en la cosa. Se reanuda la pc, resuelto el tema energético, releo el párrafo, y el final me hace pensar: hay gente que padece de la dificultad, y hasta incapacidad, para dejarse llevar por la otra mente, la que reclama el timón de tanto en tanto para rumbear hacia el sueño. Vivimos tiempos difíciles. Las personas compran cualquier objeto, cualquier substancia, si promete facilitar eso de soltar las riendas. Creo que sucede que todos estamos de acuerdo en que para ser felices, hay que orientar la nave hacia nuestro destino deseado. Y a esta altura de mi insomnio, la lógica dice: para hacer eso posible, hay que haber soñado el destino, ya que si se carece de la función onírica, nocturna y/o diurna, somos el supuesto buque sin gobierno y sin brújula; sin timón. Y sin un capitán, cualquier grumete tiene ínfulas de líder. Vasta que cualquiera diga “¡Debemos ir hacia allá!”, para que una tripulación de desorientados maniobre como pueda el barco en la dirección que aquel dedo señala. De ello viven las personas que ponen los anuncios por doquier. No soñantes compran promesas de felicidad a cada instante. Sacian temporalmente la avidez, anestesiando un rato el anhelo. Dura poco el efecto. Sea lo que sea que incorporen: productos, servicios, torneos y competencias, objetos o substancias, títulos y honores en cómodas cuotas. Todos encontrados en anuncios que abundan en promesas. “Con esto vas a estar bien”, o descaradamente, “esto te hace feliz”.



¡Eureka por un segundo!



Un sueño puede quitar el sueño. Como el clavo que NO quita el otro clavo. Puede uno despertar de un mal sueño, de una pesadilla, y verse impedido de continuar el dormir. ¡Ay, con las contradicciones! Durmiendo podemos descubrir, reencontrarnos y hasta desencontrarnos con nuestro sueño. Podemos poseer deseos indeseados o indeseables. Eso dicen las teorías, son las pesadillas. También se sabe que coinciden con momentos en los que el oxígeno disminuye en las zonas corticales, menguando su actividad, y por esas cosas de la ingeniería Divina, entrega el control a las estructuras infra-corticales, que pareciera ser el sector fuera del alcance de las cámaras de vigilancia de una ciudad. Todo lo socialmente censurable se esconde ahí. El capitán Dionisios rumbea inmediatamente a la isla de la perdición. Se puede temer tanto a un deseo indeseado que se procede a no dormirse nuevamente hoy. Mañana se verá.

Y puede uno también, estar atormentado por sus deseos de tal forma que, a fuerza de estimular la croqueta conciente, no permiten la entrada al limbo. Un insomnio post mal sueño; otro insomnio preterintencional con dolo eventual. La otra mente castiga, en reclamo por una recomposición del curso de nuestra vida. Planta el piquete en la almohada. Y es fútil el intento de ignorar la medida de fuerza. Por allí, nadie pasa. Lo que resta por hacer es levantarse y poner la pava, sentarse frente a la herramienta que venga al caso, y tratar de vislumbrar el motivo de la discordia. Y acá estamos. A las 6.44, y un termo que ya se fue, pero de pistas del deseo insatisfecho, nada.

martes, mayo 03, 2011

autorretrato no autorizado...

autorretrato no autorizado...

de Juan Pablo París, el Martes, 03 de mayo de 2011 a las 8:22

Nunca voy a tener plata: me paso la vida encontrando la forma de vivir con lo menos posible.

Nunca voy a llegar primero en una competencia: me aseguro, tanto de no hacer mi máximo esfuerzo, como de ver que nadie quede olvidado atrás.

Por eso, nunca voy a tener medallas ni trofeos. He crecido con cierta aprehensión a la competitividad.

He soñado últimamente con una explicación a este complejo de, cómo llamarle, “aprehensión al éxito”. Pero lo olvido al rato de despertar. Pero sí recuerdo que explicaba claramente, sino todas, la mayoría de mis relaciones interpersonales. Sobretodo aquellas conflictivas. Ahora amanece un martes cualquiera y yo estoy frente a la pantalla, frente al enigma de mi “no éxito” compulsivo. Porque no creo que sea un fracaso. “No ganar” no necesariamente es “perder”. Hay cientos de ejemplos...

Pero no lo voy a negar: muchas veces perdí. Y perdí donde hubiera podido ganar. Y me dejé perder. La lógica simple me hace pensar en el temor a ganar. Y pensándolo se me presenta inmediatamente que ganar uno suele significar que otro pierda. No me gusta ganarle a nadie. Y luego se me ocurre que ganar es ocupar un lugar codiciado. No me gusta que codicien lo que logro.

Y por otro lado, me hace feliz ayudar a que otros salgan primeros. Es el síndrome del herrero que tiene cuchillo de palo. Me paso la vida alegrándome de los éxitos ajenos. Sospecho vestigios de envidia en los rincones oscuros de mi personalidad; en esos lugares que la escoba no llega a barrer. Convivo con mis miserias. Son chispas, flashes. No duran nada.

Recuerdo haber pasado por la etapa neurótica de “si me lo propusiera, escribiría un best seller”. Maldita neurosis que evolucionó a esto. No pienso proponérmelo. Si lo hiciera, nada indica que pudiera lograrlo. Y menos que menos debido al hecho que NO-ME-INTERESA. Estadísticamente he logrado lo que me propuse, por muy improbable que se me antojara. Y los que me conocen saben que paso por los momentos de ser invadido por las dudas. Y mis dudas me impulsan al esfuerzo, la prolijidad, el esmero, eventualmente al entrenamiento concienzudo, tesón, y hasta la necia obtusidad. El número dos! El dos compulsivo. Juan Pablo Segundo. Hijo de la segunda mujer. Una dinastía de segundos puestos. Hijo de un hombre que llegó a la conclusión que en la Argentina, cuanto más ganas, más perdés. Y dejó de ganar. Y acá estoy, destruyéndome con este autorretrato, harto de segundear, secundar. Es más fácil ser vago, por cierto. No mover un dedo. No levantar el orto. No dar un paso. Vivir a la espera de ese alguien que me empuje. De ese otro yo, que sacrifique su primer puesto, para hacerme llegar primero a mi.

La psicología está mal; hay que romperla!

Articulo borrador: "La psicología apesta"... Sin revisar.

de Juan Pablo París, el Lunes, 18 de abril de 2011 a las 23:00

Hoy día la psicología está sobreestimada: se nos convoca a los profesionales de la salud mental, y más bien, a los psicodiagnosticadores y psicoterapeutas, a ocupar un espacio muy comprometido, de fusible. Se nos pide que determinemos quién está preparado para realizar tal o cual tarea, y cada vez son más los roles que dependen de nuestra opinión sobre quién está preparado para ocuparlo y quién no. Esperan que vaticinemos el comportamiento futuro de la gente. Que usemos nuestras técnicas de exploración y que dictaminemos una verdad garantizada QUE NO EXISTE.

Por algún motivo, mis colegas se han identificado con toda esta serie de características superadoras de lo humanamente posible, que se proyecta sobre la persona del psicólogo. Sintomáticamente, transferencialmente, se nos atribuyen estos superpoderes: el de la futurología, el de la detección de la mentira, el de la garantía de la verdad. Nos piden que periciemos al acusado, a la víctima, al policía, al juez... Y paradójicamente, no al diputado, al senador, los ministros, gobernadores, al presidente... Así, las leyes nos atrapan en el medio, el justo medio, el lugar por el cual se rompen las cadenas.

En la carrera de grado se nos enseña que nunca hemos de identificarnos con el síntoma; con ningún síntoma. No hemos de asumir el rol que sintomáticamente se nos transfiere. ¿Cómo pudo suceder que nos hayamos dejado caer en este nudo? NO ES CIERTO QUE EL PSICÓLOGO PUEDA GARANTIZAR ALGO.

De hecho, nuestro trabajo es fundamentalmente el de ayudar a las personas a descubrir la incertidumbre de la vida, la certeza de la muerte y a convivir con esas únicas verdades indiscutibles. Todos los síntomas humanos son la forma enferma de negar la incertidumbre y la muerte. Vivimos en una sociedad enferma de miedos y ávida de certezas, de números estadísticos, que te mienten diciéndote que si yo me como dos pollos y vos ninguno, el promedio es de uno cada uno... He ahí el éxito de las estadísticas: son, al decir de los psicólogos sistémicos, el paliativo a la incertidumbre que dan las EXPLICACIÓNES DORMITIVAS. O cómo todos los psicólogos clínicos sabemos, también es prueba de lo que aquí intento exponer, el que cualquier padre prefiere que le digamos que su hijo tiene un tumor en el lóbulo prefrontal, a que confesemos que no estamos seguros de lo que su hijo padece, que necesitamos más entrevistas.

Y empiezo a sospechar que muchos de mis colegas son incapaces de aceptar su secreta incapacidad para dar una certeza, y muchas veces olvidan el consejo del prócer psicoterapeuta: si no sabe que hacer, espere a saberlo (y por carácter transitivo, si no sabe qué decir, diga que no sabe qué decir, en vez de valerse del cómodo silencio estratégico, o el glíglico dormitivo... MENOS QUE MENOS INVENTAR UNA PAVADA VEROSÍMIL!).

Yo sostengo a rajatabla mis compromisos terapéuticos; esa es mi fundamental herramienta, lo más cercano a la verdad y lo garantizable. Prometo secreto, encuadre, y la misma espontaneidad y franqueza que pido. Amén de asegurarles que si alguna vez siento que su caso supera mi capacidad como profesional o como persona se los haré saber cuánto antes (no sin asegurarme de poseer al menos una orientación para ofrecerles, algún lugar donde llevar su inquietud, el nombre de algún colega que se me antoje “mejor” que yo).

Pero al fin y al cabo el problema comienza en el momento en el que nuestro sistema enfermizo, nos convoca a sanarle; y distraídamente, respondemos a determinadas demandas transferenciales, lo que nos convierte en un gremio de malos psicólogos. Yo me niego a formar parte de la mentira. Mi juramento es en nombre de la no-mentira, ya que la trampa es que si bien no hay verdad, sí hay mentira y no-mentira. Porque no mentir no necesariamente es decir la verdad, sino simplemente ser sincero y espontáneo.

Y repito, me resisto a actuar el papel al que se nos convoca: nos consultan padres preocupados por el posible sufrimiento traumatizante de sus hijos, y sabemos que lo mejor que les puede pasar es un trauma. Me miran atónitos cuando se los informo. Les digo que lo más probable es que sus hijos sean abuelos dentro de unos 50 o 60 años. Más o menos neuróticos, pero con nietos. Y nos vienen a ver matrimonios que discuten; y la ley habla de violencia proscripta. Y es otra mentira. No hay vida sin un grado de violencia. De agresión en alguna medida. Así como tampoco hay represión sin presión. Y sin represión no hay neurosis, y es una sociedad de neuróticos; porque los psicóticos no se asocian... a lo sumo lideran causas locas. Alguien tiene que hacerlo.

Y volviendo a las parejas, los psicólogos sabemos que únicamente el amor hace posible la sociedad goce-deseo... ¿CUÁL DE NOSOTROS PUEDE DECIR QUE SABE QUÉ DEMONIOS ES EL AMOR? (Más allá de poder decir “piedra libre” cuando hay que hablar del pegamento que mantuvo unidos al agua y el aceite!). Fuera de eso, es imposible la pareja: es la guerra eterna. Y allá vamos: a por el deseo de uno de los integrantes de la pareja. Cómo no van a ser máquinas de separar parejas mis colegas? No advierten, no ofrecen la advertencia que el resultado natural de una psicoterapia es el cambio (de una buena psicoterapia) de quien consulta, y siendo que el otro quizás se enamoró de aquello que va a cambiar, y que el paciente va a cambiar de elecciones en su cacería del verdadero (!) deseo que oculta su neurosis, quizás deje de gustar de lo que el otro le ofrecía (un parche a su deseo neurótico) y claro está, la separación sí es vaticinable... Somos un gremio neurótico. Enfermizo. Parte del problema.

Tengo, he tenido, decenas de pacientes varones “victimas de violencia”; nadie los escucha. Somos una sociedad asquerosamente llena de prejuicios, y hoy día, emplumada de ínfulas de desprejuicio e “igualitariedad”, en la que un hombre no puede ser víctima, no tiene instancias que alojen su pedido de ayuda. Y a quién le piden que pericie? A un gremio de mujeres golpeadas, víctimas de violencia, de seducción adulta cuando niñas, cuya sociedad de colegas (el “colegio”) se pronuncia detractor de la teoría de la alienación paterna: mujeres que se valen de la neurosis legal para conseguir que sus ex-maridos paguen un porcentaje de sus ingresos, y tengan un régimen de visitas, o sino... Y a nadie se le ocurre que más saludable sería que los chicos cuenten con una cuenta bancaria en la que equitativamente depositaren sus padres. Ningún juez obliga a la pareja parental a llevarse bien a riesgo de apercibimiento. A ningún legislador se da cuenta que en realidad LA LEY DE FAMILIA ES UN ERROR...

Y mientras tanto, somos un gremio de estúpidos, en el rigor del sentido de la palabra. Las facultades están llenas de locos que creen van a recibirse de cuerdos. Y la única semi-verdad es que sólo somos útiles más allá de cierto límite imposible de dibujar, y dentro del mismo, apenas somos compañeros del normal transcurrir de las cosas... SOMOS UN GREMIO DE MENTIROSOS... Dice el adagio: el loco construye castillos en el aire; el psicólogo los pone en alquiler; el neurótico los habita, a un costo altísimo...

La verdad no existe pero la mentira si? Imposible.

La verdad no existe pero la mentira si? Imposible.

de Juan Pablo París, el Domingo, 02 de mayo de 2010 a las 15:43
Partiendo de la idea del asunto "Ché", me sugiere remitirme a la cuestión de la verdad y la mentira.
A esta altura del partido no me cabe duda de que NO HAY UNA VERDAD. Pero el tema es que si parece haber mentiras, lo cual se me antoja algo confuso.
Abro el debate a quien le interese...

La perversión no niega la ley; la ley niega la perversión.

La perversión no niega la ley; la ley niega la perversión.

de Juan Pablo París, el jueves, 10 de diciembre de 2009 a las 14:29
La perversión no niega la ley; la ley niega la perversión.

Vivimos en una sociedad que produce más homicidas cada vez. Entonces, si uno ha de preguntarse cómo se construye un psicópata perverso, más vale que empiece a mirar cómo funciona la sociedad. La del malestar en la cultura. Un malestar que se mide por angustia. La cultura es el resultado de la neurosis. La que reprime la perversión y la psicopatía. La que escribe leyes, no obedecidas a rajatabla las cuales, algo terrible puede suceder. Leyes inflexibles que explican cómo han de hacerse las cosas para que lo terrible no suceda. Rituales. Y de esta sociedad obsesiva compulsiva surgen psicópatas perversos, homicidas, viciosos. Hace 2500 años que se cree que el hombre no es "malo", (perverso, psicópata, homicida, vicioso); es la ignorancia la que lo hace malo; y que cuanto más "culto", menos "malo". Es entonces el inculto el que puede ser "malo". Y por fuera de la cultura, entonces, sin malestar, sin angustia… Tanto es así, que algunos de los "tratamientos" de la maldad intentan que el malo pueda angustiarse. Como si la angustia fuera la señal de que hay conciencia moral (lo es). En las aldeas donde se trata con viciosos; en las prisiones donde se busca la reforma de los malos, se ha buscado la provocación del afecto. También suele asociarse el narcisismo y la intolerancia a la frustración a las personalidades "malas".
(under construction)
¿El hombre elije el bien?


Despues de todo, primero es el perverso polimorfo, y luego, lo que vendrá. Dice el psicoanalisis que el mecanismo de formación de la perversión es la renegación (la negación de la castración; la negacion de la omnipotencia; ¿la negación del narcisismo?). Y una vez más, cómo en el asunto de la transferencia narcisistica ( http://www.facebook.com/note.php?note_id=38206432567 ) me huele a enrrosque innecesario.
Para mi, lo que si es clarísimo es la capacidad del perverso de pasar desapercibido (por un tiempo); su tendencia a mantener oculto su costado complicado (oculto para todos los neuróticos (y psicóticos)); y su capacidad de encontrar otros de su "calaña". Su tendencia a mentir y desgraciadamente, lo más cercano a un síntoma que suele mostrar, a mentirse... "Voy a dejar", suele ser una mentira, pero a veces se lo propone "por un lado".
Pervertir es alterar el orden; es atentar contra lo "normal". Lo normado. Lo normalizado. Parece subyacer la idea de una igualdad entre normal y normativizado.
El perverso sabe bien lo que quiere. Quiere obtener placer. Y resulta que hay mucho placer para el perverso, señalado por cada norma. Él, quiere doblar a la izquierda en rojo, ya que ahorra 4 cuadras. De ahí en adelante, hay coincidencia entre cada prohibición y cada bastión para el placer perverso.
Recuerdo un mensaje del padre de un ex compañero de clase, allá por el 89: "Hijo, si no te ven, vos robá".
Uno pensaría que la diferencia lacaniana entre la perversión y la neurosis es que en la primera, el A no es omnipresente, sino que es bastante pelotudo. Y si. En realidad, el A, yo diría, es más facil pensarlo como presente en tanto un neurotico esté mirando (o grabando). Imaginen el paciente en el consultorio del analista perverso. ¡¿Qué lámpara triódica ni qué ocho cuartos?! Ni hablar si el pseudopaciente es perverso también. A la miércole con el gran otro!
(to be continued)

¿Existe la incorporación de la ley? La única ley que no causa neurosis es la propia. Entonces la única alternativa saludable de incorporación de la ley es por una forma de identificación con el A. Pero si tenemos presente que A no es más que a, a, a, a, etc... Es decir la suma metonimica y a fuerza bruta de todo a, A es un lindo juguete para pensar, pero uno (yo) me tiento a pensar que existe todo un escalafón entre a y A; como decir, el sujeto atravezado por UNA cultura u OTRA. Toda OTRA cultura, puede ser PERVERSA para UNA cultura.

(plin!)

(I'll be back...)

En realidad es absolutamente relativo.
Que a una mujer que engañó al marido, la maten a piedrazos: ¿Está bien o mal?
Que el tío devirge a la sobrinita está bien o mal?
Que resultado de un juego de equipo, a los ganadores los decapiten ¿Está bien?
Que vos te comas un sanwitch mientras a pocas cuadras alguien no come hace unos días ¿Está bien? ... Ver más...
Que alguien entre a tu casa y se lleve cosas que poseías ¿Está bien?
Y que te pegue un tiro porque te odia ¿Está bien?
¿Y que tu familia lo linche en el fondo de tu casa y lo corte en pequeños trocitos y se lo dé a comer al perro?
¿Y que la familia del muerto les haga un juicio y vayan todos presos?

Y con respecto a los ejemplos, voila...

En algunos lugares, tomar la virginidad de las mujeres es RESPONSABILIDAD del tío.
En otros, la muerte por apedreamiento es el castigo natural por el adulterio (de la mujer).
etc...
Tomar una ley existente como propia no es garantía de hacer el bien. Ya que el bien y el mal son solo el resultado de las máximas Kantianas de la mayoría. Se incorporan por "contagio" (identificación)*1. Y hemos diseñado una sociedad que las fija, que las escribe, las promulga. Pero también las deroga o las reforma. Las enmienda...
Lo bueno es transitoriamente bueno. No hay nada intrinseco al acto que sea o bueno o malo. Son ficciones (¿?).

[*1 Esto explica lo que sucede en lugares muy apartados de un vigilante de la ley y el orden. Surgen leyes propias. Órdenes "perversos". Incestos. Linchamientos. Destierros.]

Los hechos sí, pueden ser adaptados o no, a la circunstancia. Un león se come los cachorros de la leona cuando se gana su lugar en la manada. Es un hecho adaptado a su programación genética, que lo usa (la programación lo usa a él... eso quiero decir) para mejorar la especie.
Un grupo de rugbyers se come a quienes no sobrevivieron a un terrible accidente de avión en un desierto nevado.
Algunos elijen no hacerlo y mueren.
Un hombre armado con una ametralladora abre fuego contra un completo desconocido, porque fué la orden que le dieron. Del otro lado del mismo conflicto una persona armada elije dejar su arma y correr alejandose del terreno de batalla y le dispara alguien que sí lo conoce, por la espalda.
Las leyes se escriben. Y es lamentable. Porque una ley escrita inicia la polémica sobre el bien y el mal.
Sin ley solo hay conductas y sus consecuencias.

El hombre elije el beneficio propio. Hasta la de calcuta obtuvo algo. El martir seguramente también.

(ahora sigo)

Hoy sólo quiero dejar una idea simple. La perversidad pasa por obviar, omitir, transgredir un límite. Más no creo que la acción de pasar por alto el límite sea lo escencial delacto perverso. Sino, más bien, que una cosa es el acto y otra el límite.

(nada más)

Una sola energía; una sola vida. 3

Una sola energía; una sola vida. 3

de Juan Pablo París, el Sábado, 13 de febrero de 2010 a las 15:30
Hoy me levanté pensando en la relación entre VIDA y ENERGÍA. Y claro que me remitió a la relación EROS - TANATHOS. Luego SHING - SHANG. Y así sucesivamente… Creamos un mundo de polaridades. Si. Dije "creamos". Vivimos el mundo que el funcionamiento de nuestros sistemas de conexión con el exterior construyen. El mapa. No vivimos en el territorio si no a través del mapa que podemos dibujar: teorías, metateorías y recontra teorías. Somos los habitantes de la cueva Platónica. Y a partir de las sombras de las cosas que se nos muestran, construimos un mundo de polaridades. Bueno - malo; lindo - feo; frío - caliente; vida - muerte. Yo hoy pensaba en VIDA y ENERGÍA. La ENERGÍA como la vida en potencia (TANATHOS) y la VIDA (EROS) como lo que luego será devuelta ENERGÍA; comida de gusanos; cenizas al viento; polvo al polvo…
Y en la tensión entre ambas, claro, el devenir, el cambio, el eterno retorno de lo igual; nada nuevo.
Pero me sigue volviendo a la mente la idea de lo nefasto de las "formas ecológicas de obtención de energía". Entre ellas, la de los paneles solares. Y peor, en la otra vereda, la energía nuclear. Ya que si como pensaba en "USV USE 2" (essssaaaa!!) el planeta TIERRA se ha ocupado de ir fijando los excedentes de energía (ENERGÍA), que al principio sobrecargaban la superficie, no dejando lugar para VIDA compleja, con estos métodos no hacemos otra cosa que retroceder el tiempo en nuestra ficción de procurar energía para el prójimo (que no es otra cosa que una mentira vil, ya que lo único que va a pasar es que "alguien" va a vender esa energía extra). Cada quién pudiera procurarse la energía que necesita para vivir. Faltaría definir "vivir". Ya que no es lo mismo vivir en una casa de barro (que por cierto son la ultima moda), obtener agua manualmente, doblar el lomo para que crezcan las lechugas… que vivir en propiedad horizontal, beber shueppes de cubito dorsal, pedir delivery de sushi para morfar en la cama (y permanecer horizontal y obeso).
Igual, la idea que me acompañó al levantarme, como siempre sucumbió en manos de su archienemiga, la otra idea: NO SOMOS, LA HUMANIDAD, UNA OLEADA DIFERENTE A OTRAS. Como toda ola, llegamos, mojamos, y nos retiraremos sin dejar mayor huella. LA TIERRA recogerá el mazo del paño, mezclará y volverá a repartir a su tiempo.

Una sola energía; una sola vida. 2

Una sola energía; una sola vida. 2

de Juan Pablo París, el Martes, 22 de septiembre de 2009 a las 20:48
Es un buen momento para plantear una serie de paradojas que exprimen mi alma: una canilla gotea. Un crimen ecológico. Mmmnosé… Una canilla que gotea, deja correr litros y litros de agua potable; pero amigo, la devuelve al ecosistema limpita, cuando al comienzo de su camino, esta vez, estaba contaminada. Se desperdicia la energía usada para limpiar esta agua? Mejor invertirla en eso que en la lamparita que hace comer al pollo sin parar, supongo. Y por otro lado, de ser ahorrada esta agua, lo será, en el mejor de los casos para ser bebida, aunque probablemente sea usada para lavar cabello con agentes no biodegradables, o un plato no tan engrasado y lo mismo con detergentes concentrados, en vez de con jabón blanco, como lo hacía mi abuela. Yo diría que en toda industria, mejor si gotearan.
Otro caso: todo se envuelve con plástico. Y si no se recicla, otro crimen ecológico aparente. Yo digo que prefiero el plástico en el depósito de relleno de residuos. Y lo prefiero así, por que reciclando el plástico, solo llenamos de dinero el bolsillo de un vivo. Si después de todo, un plástico bajo tierra, recapta parte del petróleo bajo la tierra; lo que de ahí abajo salió, mejor devolverlo así a su lugar. Es decir, hizo falta una cantidad de petróleo y de energía obtenida como sea, para hacer la bolsita. Y dado que propongo que estamos sobrecargando la atmosfera, la superficie de LA TIERRA con energía que ella sepulto en su momento, enterrar plástico se me antoja como una manera de devolver a la latencia ese excedente. De echo, un día, un colega me dijo casi en secreto -"yo creo en la teoría intervencionista de la evolución". Esto sería algo así como que "algo" viene y retoca la vida de tanto en tanto, según alguna forma de plan, acá en LA TIERRA (al menos). Muchas veces me pregunté a quién se le habrá ocurrido que una piedra negra, gracias a una tecnología llamada fragua, se podía fundir. Porque el metal es una piedra más si uno no sabe de antemano su propiedad de ser fundida, colada, forjada. Una piedra roñosa entre otras. La conjugación de dos ideas tan complejas en una mente tan primitiva… Es raro. Sobre todo hoy día que se conoce que los grandes descubrimientos surgen del error o de la casualidad… porque no lavar el laboratorio antes de las vacaciones y descubrir la penicilina… Vamos! Decía, entonces, que si tomamos como posible la idea intervencionista, la tecnología del plástico, se me antoja a intento de rescatarnos del error. Somos adictos al petróleo, dice un vecino mío. Y es tan verosímil que mejor dejar la idea suelta. Y ahora andamos asustados con la posibilidad del agotamiento del mismo. Somos una especie holgazana. Solo pensamos en ahorrar esfuerzo. Como si pudiéramos vivir sin invertir la energía que nos sobra. En tanto nació el comercio, la industria alimentaria y a de la energía, el capitalismo, la humanidad se ha vuelto el gran CRIADERO de gente ociosa. El que me diga que no es una soberana estupidez levantar un objeto para dejarlo en su lugar, repetidamente y sin otro propósito de consumir la energía excedente, resultado de vivir en un criadero que te mete todo en la boca, como sucede en los gallineros industriales; todos pollos trabados por el cuello frente a una banda que distribuye comida las veinticuatro horas, ya que mientras haya luz, el pollo come. Nadie se preguntó qué cuernos queremos iluminar con tanta luz en la ciudad cuando el 90 porciento del tiempo, muchísimas luminarias no ven pasar a nadie durante horas y existiendo la tecnología que enciende la luz al paso? Para qué una luz donde nadie pasa? Un buen día, tomaba café en lo de "El gitano" (un pintoresco personaje del pueblo de Lobos, acá en la provincia de Buenos Aires) y charlando con un gaucho hecho y derecho, él me contaba del día que un agente de la compañía de electricidad lo quería convencer de conectarse a la red. El me cuenta entonces -"yo le dije que no! ¿Qué va a querer ver el indio de noche que no pueda ver de día?". Y tenía razón. Somos animales con el ritmo circadiano alterado. Vivimos en EL CRIADERO, que no es otra cosa que una maquinaria muy eficiente que distribuye LA ENERGÍA para que sean posibles tantos humanos. Sin esta maquinaria que, según el criterio de la ingeniería, al centralizar el esfuerzo, maximiza el aprovechamiento, la carne no estaría en la carnicería. El gas, no encendería la llama. La electricidad no iluminaría la lámpara. Si cada quién debiera procurarse la energía, es decir, por ejemplo, combustible y alimento, mucha menos gente caminaría por la superficie de LA TIERRA. Y como EL CRIADERO funciona bastante bien, tenemos excedente como para caminar para no ir a ningún lado o pedaleamos en objetos fijos al suelo.
Y el dinero? Ay! El tema del dinero es fantástico. Estamos tan enajenados de la vida misma que hemos encontrado una trampa para acumular LA ENERGÍA extraída del excedente que el criadero deja disponible. El dinero está tan emparentado con la adiposidad. Fijensé que de aquella persona de la que más energía se explota, difícilmente la tenga (ni la plata, ni la grasa).
Tambien es borrador

Una sola energía; una sola vida.

Una sola energía; una sola vida.

de Juan Pablo París, el Martes, 22 de septiembre de 2009 a las 8:43
Hace ya tiempo que vengo gestando la idea de escribir esto. Sé que poseo una serie de "borradores y notas al margen" desparramadas en mi mente y entre foros de opinión, blogs, charlas con amigos, conocidos y desconocidos. Si más preámbulo, comenzaré por expresar la idea en estado crudo, para así dar ventaja a quien haya tentado leer aquí, para que hornee su desacuerdo, forme una idea propia a partir de la mía, o bien, abandone la lectura a tiempo para salir a dar un paseo o lo que sea. Ahí va: LA ENERGÍA ES UN ELEMENTO DISCRETO; FINITO. LO MISMO LA VIDA… Y ahora, a desgajar la mandarina! Hace ya un tiempo, como dije ahí nomás, a tres líneas, que todo lo que leo, escucho y miro, refuerza esta idea que se nutre y crece así. No existen diversas formas de energía, y remitámonos a la superficie de la tierra por un rato. No son sino, y similar a una propuesta de hace unos dos mil quinientos años, las diversas formas en las que una sola entidad se manifiesta: esto explica y se corresponde también con la afirmación de "nada se pierde; todo (simplemente) se transforma". A ver, más de cerca: obtengo energía calórica del carbón que se extrajo de bajo la tierra. No! Falso! Libero energía que, de alguna manera, el planeta se las arregló para estabilizarla en forma del carbón. Energía que antes de la tierra (y mejor la llamaré "LA TIERRA", para distinguirla como Gaia, este ser viviente que habitamos; nuestra nave tierra, que tiene el agua y la tierra, de qui en más, en minúsculas, para distinguir LA TIERRA y la tierra), entonces, mejor dicho, energía que antes de LA TIERRA haber conseguido sepultarla, por así decir, estaba por otros pagos, moviendo unas cosas, calentando otras (que en términos termodinámicos, dependerá del movimiento también). Otro ejemplo: decimos que generamos energía eléctrica del viento, a través de los mal llamados molinos, es decir, usinas eólicas. Falso! La tomamos de la atmosfera y la metemos en un cable. Al final del cable, se convertirá, o bien en parte de algo vivo, sino, volverá a liberarse al clima o al suelo, o en el mejor de los casos, dados los tiempos que vivimos, se convertirá en plástico y se terminará volviendo a enterrar. Así estoy proponiendo la segunda pata del asunto: la vida es energía. Es una entidad discreta también. Se suele decir que LA TIERRA tiene la capacidad de sustentar la vida para X cantidad de seres humanos. FALSO POR INCOMPLETO. Nada hay de diferente entre la vida de una hormiga, de un elefante y de una persona. Es decir que LA TIERRA puede sostener una cantidad de seres. Genéricamente hablando. Llegado el limite, digamos, pudiera suceder que muera una ballena azul más y eso deje espacio para 100000 ratones, 1000000 cucarachas, 1000000000 de moscas, etc.. Ya que, hizo falta una cantidad de energía para sustentar esa ballena, y al morir, la libera en parte al ecosistema. Pero volviendo a la energía, que quizás deba llamar LA ENERGÍA para ser más claro, no sería cierto, según esta idea, que existieran energías "más limpias", "renovables", "ecológicas". Todas ellas son lo mismo y solo mueven LA ENERGÍA de un lugar al otro. Lo verdaderamente trágico del asunto, sí es que, obteniéndola de algo que LA TIERRA sepulto, ella sabrá por qué, deshacemos su trabajo. Y cuanto más tecnología es necesaria para transducir LA ENERGÍA en formas que sirven al uso humano, más lío, probablemente, estamos haciendo. Es decir: una cosa es quemar petróleo, que comparado en términos de eficiencia, no llega a los talones de la energía nuclear. Pongámoslo de este modo: Al comienzo de los tiempos de LA TIERRA, todo era caos. Era una bola de energía loca. A medida que pasaron milenios, centurias, (siempre quise escribir) eones, todo fue cambiando, en la medida que se formaba, carbón, diamante, plutonio o uranio (no lo investigué), y ya con más cosmos y menos caos, vida. Proteínas. Mitocondrias. Cuantos más de estos, más cosmos, menos caos. Y llevándolo al insólito, que siempre afirmo, es mi manera de tratar de entender las cosas, si nos concentráramos en solo obtener energía del viento, por cada persona más sobre la tierra, menos viento. Y un buen día veríamos que hay un balance en el que no puede crecer un ser más, ya que el viento no alcanzaría. Pero veamos una cosa: la tierra obtiene energía y la libera. Intercambia con el sistema solar. El sol calienta una parte de su superficie y ELLA a su vez se mueve gracias a una cantidad de energía y seguramente un físico pudiera explicar que en su reflejar, irradia algo, lo mismo que una parte que se va en forma de ondas de radio. Todo está formado de ondas electromagnéticas. Si ya se discute si las partículas existen mas allá de su vibración. Una partícula es posible por la energía única que la anima a vibrar. Es por ello que al romper la partícula, la energía se libera nuevamente. CONTINUARÁ…
Esta es una nota incompleta, un borrador del comienzo de algo. Si les remite a cosas ya dichas, quisiera leerlas. Nada nuevo he de decir. Por favor no me vengan con Castaneda. Gracias!

La mandarina a las doce


La mandarina a las doce

de Juan Pablo París, el Domingo, 21 de junio de 2009 a las 2:59
Pelo una mandarina. Veo el Discovery Channel. En la pantalla, hablan de cancer. CANCER. CAAANNNNCCCCEEERRRR. La palabra que no se dice a la ligera. La mandarina es muy perfumosa. La tele me trata de convertir en esclavo del consumo de pavadas que no me ayudan. Ayer pensaba, mientras harvía los fideos que acababa de amasar y cortar: "Pucha! Con dos huevos, dos tazas de harina, algun condimento y un pote de crema; sólo unos pesos, como mucho más sano que pagando por pasta seca, la que además es más cara. Y si... uno compra el tiempo de amasar y cortar la pasta". Y es una lógica algo estúpida la de la sociedad de consumo. Porque en tantos casos, los minutos ahorrados no valen dos mangos, ya que son destinados a mirar la novela o a otra tarea inútil. Y otro día, mientras regaba la huerta pensaba en toda la pobre y miserable gente que tiene un pedazo de tierra, yerma ya, ocupada con basura o perros que se multiplican y cagan por todos lados; en vez de tener las prolíficas acelgas o los deliciosos tomates; gente que va a comprar tomates, acelga y alimento balanceado para perros.
¡Qué humanidad boluda en la que nos hemos transformado! Viajo por la avenida Independencia (aberrante paseo) y a cualquier hora me encuentro con insulsos, inútiles, metrosexuales sanguangos, desperdiciando esfuerzo en levantar objetos pesados para no llevarlos, ni traerlos, ni hacer nada productivo con ello. Cúantos baldes de cemento, cuántas paredes levantadas ladrillo a ladrillo se conseguirían con esa energía!! Pálidas mujeres en las máquinas de caminar, las bicicletas fijas... Pero existe un invento menos coherente que una bicicleta que no te transporta? No me figuro una persona haciendo un pozo durante semanas con el único desenlace de simplemente tirar la tierra vuelta adentro, hasta que el hoyo no sea ni un recuerdo. No. Menos, un micro en el que en vez de ruedas hubiera anclajes, y lo mismo, la gente subiera y pagara, y mas tarde bajase con su diario bajo el brazo.
Así, todo.Todo igual.

Me como otra mandarina a ver si pienso.